¿PROSIGUE EL PROYECTO zenBA?

zenBA (lugar del zen)

El proyecto zenBA concluyó un periodo institucional. No renuncia a modos de ser y vivir que conviene seguir ensayando. Sigue buscando respuesta a los requerimientos de cada existencia singular. Cambia su modo operativo, pero se sigue apoyando en la práctica de la meditación sentada. Este y Oeste, Norte o Sur, podrán ser conceptos incitantes, ayudas posibles; pero no sustituyen el impulso y la decisión de practicar, que residen en cada uno, y solo allí. Es algo que se aprende en la práctica.

Un espacio (físico) se vuelve entonces otro (virtual). Desde el Zen, un asunto nunca se define solo por una propuesta; necesita la disponibilidad a una respuesta. Dicho de otra manera: antes de ser algo que se enseña, el Zen es algo que uno aprende en la globalidad de su vida. El espacio físico porteño sin duda dio gran visibilidad al proyecto. Pero a la vez, sea dicho como crítica amistosa, el centro zenBA bien pudo ser visualizado por alguno como un centro espiritual, un club progre o hasta una especie curiosa de templo intelectual profano. Y conste que estamos orgullosos de lo conseguido, con amigos con quienes seguir trabajando.

Lo ocurrido con el zenBA de Buenos Aires recuerda lo que pasó a muchos proponentes japoneses del Zen: la localización física de sus estilos duraba cierto tiempo, algunos años, para luego transformarse en otra cosa, fuera del ámbito institucional. Mi propio referente, Sekkei Harada, abad de Hosshin-ji, un día percibió que los monjes por así decir se adormilaban. Su respuesta fue irse del monasterio durante varios años, en la década de los noventa. En cuanto a Eihei Dôgen, iniciador del zazen (siglo XIII), mudó de domicilio numerosas veces. Si eligió uno definitivo (Eihei-ji, emplazamiento rural en la falda de las montañas de Fukui) fue para precaverse de la persecución de las autoridades shogunales y eclesiásticas. En cuanto a Shunryu Suzuki, llegó mayor a un San Francisco ignoto. Y Deshimaru era muy mayor cuando se instaló en un París del que desconocía todo, hasta la lengua (se reía cuando sus oyentes comentaban que "Deshimaru habla en Zenglish").

La presencia de un proyecto virtual puede durar. Claro que en ciertas condiciones: lo único que consigue mantenerse en esta vida es lo que se apoya en una decisión personal de aprender y en la asimilación paciente de un modo de pensar/hacer desde las vísceras. Este seguirá siendo el Zen propuesto desde el blog y el muro.



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