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Mostrando las entradas de enero, 2018

DESEAR EL ZEN 82

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A lo largo de su historia, el Zen más de una vez se ha mostrado moribundo (social e institucionalmente).  Sekkei Harada, por ejemplo, sostiene que hoy por hoy "en Japón el Zen se está muriendo", afirmación lapidaria muy al estilo del Zen de todos los tiempos. Por contra el Zen consigue mantener abierta (dada su característica de quehacer-de-la-persona-individual) la posibilidad de una "práctica" que lo revive. Pero solo renace cuando es veraz y entregado ( shoji ).  Aquí se plantea otro asunto: en el caso de planteamientos que son únicamente discursivos, ¿qué herramienta podría restaurarlos? La pregunta se aplica tanto a la filosofía  new age como al psicoanálisis lacaniano, aquejados (de distintos modos) por la enfermedad de la explicación y prisioneros de un pegajoso síndrome argumental.  En lo que planteo caben en bloque las propuestas religiosas de todo signo. Y naturalmente el mismo Zen cuando hace trampa (cosa que aquí y allá ocurre con frecuencia

DESEAR EL ZEN 81

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Ahora que el impulso new age cumple 60 años, llega el momento de decir que su propuesta inicial parecía bastante mejor (más lista, honesta, arriesgada y prolija) que la que hoy defienden en su nombre algunos de sus paladines. Puedo afirmarlo en los casos de Japón y de Argentina, de USA o de otros lugares.  La propuesta new age necesita un cepillado urgente.  Lo mismo puede ser dicho de la gran mayoría de las visiones vertidas en lenguajes. La del Zen, sin ir más lejos.  Alberto Silva

DESEAR EL ZEN 80

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No me preocupa dejar ver que soy un antiguo, que no estoy actualizado . El diseño perfecto de una silla Thonet no requiere diseñadores que la remocen.  En materia de Zen, me gustaría ser lo que la banqueta Nelson es a la austera mueblería de mi casa: homenaje a una belleza certera transformada en parte de mi envoltorio cotidiano. Cuando deja de ser motivo de gozo (e incluso de percepción consciente), lo hermoso a veces se traduce en aceptación de algo inevitable, como un verso certero que hay que dejar tal cual: ¡No la toques ya más, // que así es la rosa! Muchos no conciben, no entienden, no toleran la primacía de lo vivo, concretada en cuerpos imperfectos, concretos e inmediatos al punto de producir incomodidad: añejos, estropeados, ajenos al canon (y al salón) de belleza; en suma ¡feos! La reivindicación de una primacía de lo materialmente corpóreo la consideran escandalosa, como mínimo impertinente. En todo caso: disolvente y desagradable.  Pulula en cambio un Ze

DESEAR EL ZEN 79

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Huellas de un día de verano en la arena. Zen es dejarse llevar por lo material, hasta las últimas consecuencias. Se alinea en el minoritario bando del ch’an chino (antecedente directo de un Zen capaz de dar en la tecla). Hubo en el siglo XI un practicante laico especialmente inspirado, Pai Chan.  Resumía la propuesta del Zen en estos términos: instalarse en el mundo material, vivir la vida de los sentidos, volverse libre de los acontecimientos . Electrizante, ¿verdad? Y claro de entender: como soporte doctrinal alcanza y sobra.  Alberto Silva

DESEAR EL ZEN 78

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Llevar adelante el programa radical de Pai Chan (materialista, sensorial, libertario) requiere un valor que pocos tienen. En este punto el chino me recuerda las cogitaciones del latino Lucrecio: permitir que la materia campe por sus fueros en nosotros.  El Zen parece hecho justo para emprender la infrecuente hazaña de desarrollar en el individuo el coraje necesario para empuñar la vida y seguir avanzando.  Si quisiéramos ponerle música a este espinoso tema, podríamos cantarlo con letras de George Harrison. En 1972, algunas de sus canciones en Living in the material world a más de uno le llegaron al alma.  Alberto Silva

DESEAR EL ZEN 77

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Zen es descansar. Descansar es flotar. Ya lo dijo Roland Barthes: flotar es ocupar todo el espacio disponible, sin quedar sujeto a un sitio fijo . A su modo, este hombre lo tenía bastante claro. Alberto Silva

DESEAR EL ZEN 76

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Enarbolando Zen y zazen, uno experimenta la paradoja de enamorarse a la vez de la materia (lo físico, lo carnal, lo natural) y del vacío desnudo (donde uno sospecha que podría sin problema llegar a remansarse y flotar).  Alberto Silva

DESEAR EL ZEN 75

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Zazen es muy buen drenaje para la angustia y el deseo.  Lo que muchos llaman meditación  designa lo que no deja de ser resultado de una cuidadosa transacción (esto merecería tratamiento aparte). La meditación, entonces, no es más que un dispositivo para conseguir que el silente goteo del dolor (señal inequívoca de vida) se torne sonoro goteo de iluminaciones , propio de la vida realizada (en realidad: vida en proceso de realización ).  Desde la poesía, Néstor Perlongher supo captarlo en toda su virulencia. Y a muchos ese goteo les resulta desagradable, maloliente, desafiante en su aspereza. Por eso es que, en el momento de la verdad, a menudo al Zen lo dejan solo.  El Zen con aspiraciones de transformar la vida personal debe estar preparado para caminar al estilo de los poetas del haiku: entre pequeños huertos de montaña, sin compañía humana a la vista, conversando con los espantapájaros. Alberto Silva

DESEAR EL ZEN 74

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El Zen es el cuerpo sin órganos de Antonin Artaud. Porque cuerpo y organismo no son lo mismo: cuerpo, según él, es compendio de lo vivo; organismo es un discurso sobre el cuerpo (y entonces comienzan las disputas entre escuelas: Hipócrates, los chinos…). El Zen concuerda aquí con Artaud. Alberto Silva