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Mostrando las entradas de diciembre, 2017

DESEAR EL ZEN 53

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Sueño y despertar son dos caras de la misma moneda del Zen. Esto se aprende de a poco y con práctica.  Alberto Silva

DESEAR EL ZEN 52

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Lo que ha de ocurrir en nosotros acaba aconteciendo (a modo de preanuncio) desde antes: como un paño que se desenvuelve deja ver la trama entre los pliegues.  La vida se vive en los pliegues , advierte Henri Michaux. La vida está hecha de los pliegues que oculta y que muestra, me permito acotar. La plenitud se vive desde un antes que va retrocediendo hacia lo anterior (si puedo espacializar lo temporal ).  A sí funciona el zazen: anticipo la sesión mediante una adecuada preparación de la jornada. Cada vez retrocedo hacia atrás en el tiempo, perfilando mis disposiciones, desde la noche y luego la tarde anteriores. Hasta que, al empezar la sesión matinal, advierto que en realidad llevaba varias horas contemplando. O que acaso me dormí contemplando.  Alberto Silva

DESER EL ZEN 51

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El Zen es medicina , no cabe duda, aunque solo para gente con aguda y filosa conciencia de su necesidad y urgencia.  Dicen que el maestro llega cuando el discípulo está preparado : contra lo que se suele sostener, este proverbio no alude a personas, sino a disposiciones personales. La curación arriba cuando el tratamiento encuentra en uno mismo su adecuado sujeto .  No deja de ser irónico. Lo mismo decía Karl Marx sobre la posibilidad de una revolución: sobreviene cuando la sociedad está madura para ella. Otro tanto ocurre con los procesos de toma de conciencia de una identidad colectiva: me toca presenciarlo (y vivirlo) como parte de lo que hoy día ocurre en un sitio como Catalunya.  A la vez, la fruta madura está en su justa sazón. Pero si se espera demasiado, lo maduro se seca, se agosta, se acaba pudriendo. Eso ocurre con los movimientos sociales. Y eso pasa igualmente con las puertas que se te abren en la vida: o lo entiendes al vuelo o se te escapa la oportunida

DESEAR EL ZEN 50

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Mirar con los ojos del Zen. La obra mayor de Dôgen se conoce como  Shôbôgenzô . Una traducción trabajosa (y a la vez fehaciente) del término daría: la existencia verdadera equivale al tesoro de saber mirar.  Un practicante asiduo de zazen aprende a sospechar lo que llega a significar tan grandioso apelativo. Y descubre que esa definición del Zen constituye un koan que se desmigaja con la práctica, la de quien se deja empapar por una musiquita fascinante. Alberto Silva

DESEAR EL ZEN 49

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Mirar del modo ambicionado en estas notas tal vez sea algo que merece llamarse Zen. A la vez, habla de algo que tiene que ser verificado sin falta por cada uno y en cada caso.  La simple lectura no alcanza. La mera escritura de estos chispazos o brochazos ha de buscar la sanción probatoria de lo que se vive en la práctica.  Entre la práctica y la visión se extiende el hilo de la escritura . Entre la experiencia y su elocución el andar hace un camino lleno de hondonadas y baches que podemos sin complejos denominar “error”.  El error se presenta como una dimensión constitutiva del Zen practicado, el zazen. Eihei Dôgen le llama shaku shoshaku , “error, cien veces error”. El error se cualifica por su frecuencia, por su numerosidad. Alberto Silva