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Mostrando las entradas de mayo, 2018

ZEN: ¿"ARTE DE VIVIR"? MEJOR: "OFICIO DE VIVIR"

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¿Qué hacer con el Zen que descubrimos en nosotros o que nos llega propuesto desde  afuera? Para dar respuesta a la pregunta propongo desarrollar esta serie:  Zen y el oficio de vivir . ¿De qué trata una apuesta que podría durar varios meses? El Zen se propone  corporizar (dar-cuerpo-a) una arriesgada consigna del poeta Cesare Pavese. El italiano experimentó su propia vida (y percibió la ajena) como tarea, oficio, labor a veces sencilla y otras veces posible a fuerza de  sangre, sudor y lágrimas . Según el Zen, lo que llamamos  vida  "se consigue" y la palabra "se conquista", dicho al modo sin ambages del patriarca Dôgen. En el Zen existe por supuesto mucho "arte". En el contexto del Zen, todas las artes (performáticas, plásticas, musicales, literarias, etc.) hacen acto de presencia de modo caudaloso: para comprobarlo basta con repasar la historia de la cultura japonesa. Pero "el arte verdadero" (tomo prestadas palabras de Shakespeare en

ZEN Y EL OFICIO DE VIVIR 1

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El Zen es una teoría sensible. Trama el tapiz de la vida con hilos recios y brillantes. Hilos de penas y alegrías. Alberto SIlva

CONSTRUIR UN ZEN COMPLETAMENTE OCCIDENTAL

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ZenBA se escribe 禅場 y significa "lugar del Zen". El proyecto zenBA ya se había iniciado en Japón hace varias décadas y maduró durante los años de Buenos Aires. En esta nueva etapa, desde un nuevo sitio o lugar (ba: 場) llamado Barcelona, el proyecto 禅場 se apoya en un Blog y en este FB. Ambos buscan dos tipos de propuestas: - Dan espacio a notas y ensayos aptos para construir un Zen completamente occidental: laico, crítico, experimenta l, apto para gente contemporánea. La temática expuesta responde como un eco (a la vez que detalla y precisa) el contenido de los cuatro tomos de la serie ZEN, re-publicados trimestralmente por Herder Editorial, Barcelona, 2018. - Para quienes no se conforman con lectura, desde septiembre se inician actividades presenciales y on-line, en dos campos: Zen (como discurso y como práctica meditativa) y Cultura Oriental (literatura y estética japonesas, relaciones Oriente-Occidente). Esta opción se apoya en una historia (la japonesa) que supo cre

EN LA MASVIDA

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Hoy es domingo en la indecisa primavera de Barcelona (soleada, fresca). Hay ánimo de pausar más todavía un día que se anuncia distendido, sin otra ocupación que ver vivir (y notarse vivir). Según la acostumbrada paradoja que define a cualquier existencia (si uno la hace consciente), camino desde mi casa hasta el muy cercano cementerio de Sant Andreu. En seguida advierto que un cementerio enlaza muerte y vida, sin remedio. Tanto entrevero tal vez habría que entenderlo en la perspectiva girondiana de la masvida . Lo muerto consiste en la pervivencia misma de campos santos , añeja costumbre de inhumar , inercia que remite a un mundo en el que se daban condiciones que hoy ya no existen: - Creencia en la resurrección final de los cuerpos (la teología cristiana solía dejar la materialidad del cuerpo al albur de una  parusía prometida, mientras hacía regir  llanto y crujir de dientes ); - Un arraigo transgeneracional en el mismo humus. En el mundo previo a las emigraciones masivas, en

VOLVERSE AIRE EN EL AIRE. SOBRE LA ESCRITURA PÁJARO

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Quiero hablar de Nicolás Schuff: un amigo; y un escritor que siento cerca. Del contacto con gente como él aprendo dos cosas: - Lo que alguien escribe actualiza y expande su sentido en y por la lectura de otro. El riesgo que asume el escritor es perder control sobre su texto, al punto de  licuarse en ese otro  y  tomar la dimensión y la forma de este (con fortuna, amplias; con frecuencia, estrechas). A cambio, el riesgo de un lector consiste en no saber/querer/poder abandonarse al vuelo del texto que tiene entre manos. - Cuando conoce al autor, la lectura adquiere una urgencia especial ligada a la expectativa que suscita el estilo peculiar de esa pluma. Leemos lo que amamos anticipando el gozo, como quien se arremanga para un banquete. De mientras, uno se pregunta: ¿dónde se esconde lo sabroso de algo preparado por quien estimo un cocinero excelente? Más de una vez César Aira ha propuesto diluir la frontera entre textos para adultos y textos para niños. Sugiere dedicarnos a la le

LA SIGNATURA ZEN

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En el mundo antiguo sólo a veces firmaban. Pero siempre imprimían el sello a la izquierda, como en la estampa de Hiroshige. Firma y sello señalaban la prestancia de una obra, estirpe o persona. Al pie de muchos mails vuelve a aparecer hoy día la firma o signatura que escoge quien escribe para despedirse (con lo que no deja de proponer un modo de ser visto, un ángulo desde el que leerlo, plena voluntad de una escritura). En la poesía de ayer y de hoy sigue vigente que  el estilo es el hombre , como supieron decir los renacentistas. En el universo oriental de Bashô, la huella del haijin venía dada por el modo o estilo de concretar un instante, con artes de pincel, papel y tinta recién fabricada. Realizar ese ahora dejaba como eco levísimo (casi imperceptible rastro) la estela de un terceto, breve pincelada en un firmamento de versos que hoy día seguimos llamando haiku. ¿De dónde sacaban Bashô y muchos de sus compañeros ese impulso potente? De la práctica de una vida sencilla si

EN TORNO A HAIKU Y ZEN

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En la historia cultural japonesa Haiku y Zen se entrelazan, formando una tupida y resistente malla. Cómplices de un proceso vital y creativo lleno de analogías, uno y otro se alejan de criterios de causa y efecto. En modo inverso, funcionan con sincronicidad y mutua imbricación de estímulo y respuesta, rasgo común a ambas experiencias contemplativas.  Más detalles y traducciones en un artículo en la revista Mecanismos Poéticos, dirigida por Misael Ruiz, un poeta muy bueno. Aquí va el link: http://mecanismospoeticos.blogspot.com.es/search/label/Haiku%20y%20Zen%20%2F%20Alberto%20Silva Alberto SIlva

ROCE, RENCOR, ASPEREZA SENSIBLE Y MORAL

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Si Zen es aquello que de nosotros vive , lo que todavía no alcanzó plena humanidad suele presentársenos como roce, rencor, aspereza sensible y moral. Un error que cometemos a menudo consiste en suponer que las sombras representan algo negativo (al quebrar la continuidad de la luz); que marcan una situación bipolar  a superar (en pro de una apolínea unidad); y que acaso sobran o  no debieran formar parte de lo que (desde nuestra ineficiente torre de control) imaginamos que merecería ser llamado "Zen".  En la vida (y por eso en el Zen) las cosas son distintas: la mezcla de factores y situaciones (contradictoria cuando la mirada es miope) sigue siendo Zen a su manera: constituye una marca veraz (a la vez hiriente y apacible) de lo vivo en el rostro. Con lo que volvemos al punto de partida: en cualquier circunstancia, lo Zen de nosotros pone de manifiesto aquello que respira y aletea. Al hacerlo, como un efecto ineludible entrelaza goce y dolor .  No somos vectores

EL ZEN ES UNA PERSONIFICACIÓN DE LO VIVO

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El Zen no es un agente externo. Al contrario, se ofrece como la interna posición de firmes que toma la persona, cuando al fin decide humanizarse desde ella misma .  El Zen constituye  una personificación de lo vivo . Expresa la parte viviente y sintiente de un individuo; un hálito que (a veces a pesar nuestro) sigue latiendo en cada uno.  Late el corazón , cantaba el tango. Me llega ese susurro antiguo y siempre atino a pensar lo mismo: ¡cuánta razón tiene a veces lo dicho para explicitar lo que falta decir!  Alberto SIlva

UN APUNTE SOBRE EL DOLOR

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Sabiendo exactamente de qué habla, alguien reflexiona y piensa: "Puedo escribir 108 razones para no doler. Pero un pequeño dolor asoma en cada fin". Muy exacto (y bien dicho, a mi entender). En nuestra vida, el dolor siempre está ahí , como sombra que acompaña, que acota, que habilita incluso la posibilidad de una luz. ¿"Late el corazón"? Si.  Y a menudo late partido de dolor. A veces de cada día y cada hora, como cuando alguien querido se va de nuestra vida. Pero hay algo más: el  dolor incluye con frecuencia una parte de dolo (aquí viene en ayuda una etimología que ambos términos comparten en el latín tardío). ¿En qué consiste el engaño que se produce con ocasión de un desgarro ? En hacernos creer que puede probablemente destruirnos, aniquilarnos. Si aceptamos esa premisa, significa que estamos decidiendo encerrarnos en el dolo del dolor. En dicho caso no nos faltan ganas de sumirnos, de sumergirnos en él, hasta que nos ahogue y nos haga desaparecer. Has

DESEAR EL ZEN 108

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En las letras japonesas, la "Historia de Heike" ( Heike Monogatari ) es  el cantar de gesta proverbial del medievo nipón. Su voluminoso texto narra proezas guerreras, combates a muerte y la insania consabida de MAD (mutual assured  destruction) entre clanes opuestos, rivales por motivos a veces relevantes, otras reducidos a desavenencias tan futiles que a los mismos personajes les cuesta recordar. El Heike Monogatari ha contribuido a dar de Japón la idea (no falsa, pero deformada) de sociedad repleta de peleadores obstinados sedientos de morir con tal de defender honrillas mancilladas. Viví quince años allí. Vi muy poco de lo que cuentan los amantes de un Japón estoico y samurai, fuera de la propaganda oficial (y del previsible oportunismo turístico).  Así y todo, el Heike Monogatari  igualmente vale  la pena, por motivos literarios: creó un imaginario que se sigue manteniendo tenazmente, mérito nada menor de una escritura. La Historia de Heike destila el sabor agridu

DESEAR EL ZEN 107

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Para el Zen resulta propicia la figura del nido. Ayuda a dar un indicio del vacío que la práctica del zazen delata y acrecienta en nosotros. Porque, en el juego de la existencia, es eso lo que ocurre con el Zen: el Zen practicado consiste en dar forma continua al vacío .  --> La del nido es una imagen recóndita y a la vez impactante ya que, hablando con precisión, el Zen anida en nosotros antes y después de recorrer el camino del que siempre hablamos. Pero el Zen hace nido en nosotros igualmente en el transcurso del viaje: nel mezzo del cammin di nostra vita , arranca diciendo el poeta.  Cabe insistir una y otra vez que la experiencia del Zen se compendia en el muy machadiano hacer camino al andar.  En efecto, el objetivo indisimulado del Zen no es otro que cambiar de forma progresiva lo que somos. Vale decir: el Zen persigue modificar lo que somos a medida que progresamos en el oficio de vivir. Alberto Silva