DESEAR EL ZEN 4

Jason Peterson

La experiencia del Zen se produce en dos ámbitos íntimamente unidos, por más que Occidente se empeñe en contraponerlos (¡la barre de Lacan parece más viva que nunca!): el cuerpo (sede de una práctica iluminativa llamada zazen, meditación sentada) y la mente (centro acreditador del discurso de una conciencia en expansión). Resumiendo, el Zen propicia un proceso de reunión entre el cuerpo y su mente, en la singularidad de cada individuo. Samuel T. Coleridge habla de coaligación: se refiere, es cierto, a la creación poética; pero el término se aplica con propiedad al Zen. La antropología del Zen se apoya enteramente en la mejor medicina energética china, la cual se origina (desde el Tratado de preguntas sencillas, del siglo XI) en una concepción no dualista de la persona. Para ella (y para el Zen, que le sigue los pasos de cerca), somos puro impulso de confluencia, conjunción, encuentro, unión. Zen hace posible un religare material en serio, un yoga literal sin exotismo ni esoterismo.

Alberto Silva

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