DESEAR EL ZEN 25
Dicen
que Zen es andar. No es falso. Aunque, mirando más a fondo, Zen conlleva
igualmente anidar. Encontrar en uno mismo nido,
nicho, techo, cobija, rancho: cualquier amparo que (en su impulso de protección) en nosotros mismos nos contenga, o sostenga, o convenga, o
incluso contravenga. Antes que otros "sitios" que,
incluso con la más sana de las intenciones, pudiera señalar alguien de fuera.
Todo usuario de la línea Zen Airlines acaba
volviéndose no solo piloto de su vuelo sino diseñador de su instrumento, constructor de un espacioso hogar a escala de horizonte. Como los
gorriones de la adyacente plaza Sóller. Como los claveles del aire y al aire del dintel
de las ventanas de infancia. Como brisas se enredan entre ramas del abeto
que espío mientras escribo esto: tenues hilos de afecto consiguen mitigar el exabrupto del
viento.