DESEAR EL ZEN 31


El Zen no promete nada. Se limita a propiciar un giro de la vida. Pero sólo en la de quienes escrutan la superficie visible con total atención hasta que perciben indicios y evidencias que para otros podrían no significar nada importante. 

Los giróvagos son gente dispuesta a modificar su funcionamiento y sus circunstancias en todo lo que haga falta. Deseosos de conseguirlo, se toman el trabajo de entender en qué puede consistir un accionar práctico que (sospechan con esperanza y a la vez estremecimiento) acabará redefiniendo sus fundamentos personales. 

Cambiar la vida implica revisar a fondo los datos recibidos (cambiar la herencia, dijo en su día Jacques Derrida), retorcerlos (triturar hechos y palabras, prefirió Dôgen). O sea: inducir otro modo de vitalidad en el cuerpo (conquistarlo, de nuevo dixit Dôgen). 

Alberto SIlva

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