DESEAR EL ZEN 32
Cambiar la vida en uno enseña a obrar en beneficio de los demás. Es la grata paradoja del Zen: el que ama, gana. Porque en cada persona existe la coordenada de querer ganar (aprender, conseguir, progresar). Ganar fuera de la avaricia o de la omnipotencia. Ganar de puro dejarnos sitiar, invadir, ocupar, movilizar por el universo de los demás.
Así se vislumbra una paradoja que, como un koan, podríamos enunciar de este modo prudente: a más abandonar, más recuperar. En la práctica del Zen se vive con intensidad una dinámica de este tipo, hecha de continuo abandono (y de previsible recompensa).
Alberto Silva