DESEAR EL ZEN 47



La humanidad ya estaba herida antes que cada uno de nosotros llegara, de un modo independiente a voluntades individuales. Importa entenderlo. Está herida porque, por el hecho simple de vivir, cada individuo manifiesta un desgarro inicial, característico del modo humano de estar en la tierra. 

Una persona respira, ama, sufre, siente, se desarrolla gracias a la herida de su discontinuidad, su heterogeneidad, su asimetría. Y consigue existir aprovechando respiraderos imprevistos auspiciados por el error, el accidente, la imprevisibilidad. ¡El a veces terrorífico koan del azar! 

Al principio lo tomamos como interferencia molesta (¡desearíamos tanto tener un riguroso y previsible plan de vida!: muchos lo adoptan, obedeciendo el que otros les han fijado). Pero, en realidad, esos misterios son consecuencia paradójica (y benéfica) de nuestra complejidad constitutiva. Sugieren que no disponer de un discurso totalizador o de una racionalidad definitiva finalmente constituye una ventaja. 

La situación nos fuerza a expresar con formas innovadoras qué podría ser una mujer o qué un hombre. Ese gesto de hacer de la necesidad virtud explica la fertilidad del arte de nuestros inciertos y demudados tiempos. Tiempos de miseria, aseguraba Hölderlin. 

ENTRADAS RECIENTES

DETRÁS DE MUCHOS MUROS ESTOY YO