DESEAR EL ZEN 48




La vida que auspicia el Zen mana, brota, supura, de la herida inevitable de vivir. 

Del mundo humano suele afirmarse que en el principio era el dolor. Solo una mirada punzante y sostenida (como importaría que fuera la del Zen) puede hacerse capaz de discernir tanto el desajuste natal, ínsito, como aquel otro desajuste, social, por así decir sobrevenido

Olvidaba algo crucial: el Zen no quiere convertirse en argumento político; le basta con ser una mirada

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DETRÁS DE MUCHOS MUROS ESTOY YO