DESEAR EL ZEN 63
En el Zen, la persona camina sobre sus dos piernas. Una apoya a la otra. Una necesita de la otra.
El Zen puro-discurso recuerda a un cojo: salta hasta que se cansa.
El Zen pura-práctica es carne de cañón de la doctrina que se le ponga a tiro: no existe vida sin sentido; pero no cualquier teoría tiene sentido, a juicio del Zen; un sinsentido acaba desnaturalizando la práctica, por erudito que parezca.
Eihei Dôgen, precavido, insistía en que Zen es zazen. La práctica meditativa consiste en rumiar este otro koan básico. Rumiarlo no como pasta una vaca (o como saborea tal vez el pasto un caballo). Rumiarlo desde un inteligente y sensible sin-pensar (hi-shiryo).
Alberto Silva