DESEAR EL ZEN 92

Una cosa es vacío, plenitud potencial, promesa de inmensidad cósmica, vibración y urgencia de crecimiento. En ese sentido, manque qui cherche à se combler.

Otra bien distinta es agujero, ptosis, cavidad, imposibilidad, impotencia, triste asiento de un avión que nadie llega a ocupar durante el vuelo. 

A una y otra las suele confundir mucha gente, incluyendo ilustrados de la literatura, la plástica o la psicoterapia. El zazen aclara (de a poco, y con muchos tropiezos) qué distingue a ambas vertientes. 

Una pista mportante sería que la práctica de la meditación sentada nos lleva de sugata (imagen externa, representacional, "mirada dentro de un marco", como dice el propio Dôgen) a gen (proceso interno, imagen-sin-imagen y, según vuelve a plantear Dôgen, "visión" que desborda las demarcaciones de la-vista-pensada).

Dicho lo anterior, sigue siendo cierto que somos humanos y estamos sujetos al régimen de la percepción y del deseo. Lo que caracteriza a gen no es algo que deshumanice, eso nunca. En cuanto a los rasgos de sugata, son propios de la configuración de lo humano y de su crecimiento en nosotros. No son sugeridos como limitaciones; más bien como oportunidades de crecimiento, repito, en el régimen preciso de lo humano. 

Por lo cual, el vacío de sugata y el de gen podemos decir que se interrelacionan, se entrelazan. Y aparecen nuevos términos: mu () designa algo así como el vacío ontológico, mientras que ku () se refiere en cierta forma al vacío psicológico, existencial.

Propongo estos términos y veo que, una vez más, el lenguaje ayuda un poco y estorba otro poco: delimita en primera instancia ciertas realidades que, rebeldes, se le escapan (¿por suerte?) irremediablemente, como agua entre los dedos de la mano.

Alberto Silva

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