EL ZEN COMO ARCO VOLTAICO


Este post lo escribo pensando antes que nada (pero no solo) en aquellos que han venido siguiendo de cerca la serie "Desear el Zen". El mes de noviembre inicié un ejercicio (característico de la práctica sostenida del Zen) llamado ango. Lo voy a culminar cuando llegue al número 100.

En el Zen, La palabra ango significa “mantenerse en tranquilidad". Remite a una antigua tradición que viene del siglo V ac, época en la que (por distintos motivos y modos diferentes) en el sudeste asiático predominaban el budismo y el yoga. A algunos les apetece pensar que, durante la época lluviosa de la India (entre junio y comienzos de septiembre), Sidarta Gautama se refugiaba junto a su grupo cercano, a fin de dedicarse a un entrenamiento intensivo en materia de meditación sentada. No es un hecho documentado pero verosímil, y sobre todo significativo en lo que manifiesta. Esta tradición llegó a China en la mochila de Bodhidharma. Y allí fue transmitida de generación en generación hasta que, en el siglo XIII, un joven Dôgen (peregrino en China) se encontró con ella para introducirla a continuación en Japón. La importancia para el Zen del retiro de verano de Dôgen queda documentada en el texto Ango, que forma parte del Shôbôgenzô, la obra capital del patriarca de Kioto.

Hijo de un estilo de práctica, hay muchas versiones del ango, tantas como estilos de práctica. Todas consisten en anudar fuertemente la práctica a un aspecto central de la vida: ¿el trabajo manual, la vida cenobítica, las artes amatorias, las artes de la guerra? En nuestra única versión posible (porque es la que más interesa a nuestro estilo de práctica de zazen), ango consiste en dedicar un número premeditado de días a considerar la práctica como ocasión para llevar un diario. Se trata de un cuaderno de bitácora. Se plantea como una prolongación de la práctica contemplativa en un modo ad hoc de escritura. No se puede decir exactamente que los textos traduzcan la contemplación acaecida o que informen sobre ella. Tampoco buscan ser un dietario de la aventura (al modo como los científicos consignan diariamente en un cuaderno, llamado protocolo, todo aquello que les ha sucedido en relación a sus experimentos).

Desde el kenge (punto de vista) que propongo, el ango constituye una celebración del alma bífida del Zen: práctica y lenguaje. Lo que entendemos como "Zen" no es otra cosa que la puesta en funcionamiento de un arco voltaico entre dos términos que se predican distintos. En electricidad, arco voltaico (también arco eléctrico) designa una descarga que se produce entre dos electrodos sometidos a una diferencia de potencial y colocados en el seno de una atmósfera gaseosa.

Esta descripción, que se puede encontrar en un diccionario, describe metafóricamente lo que ocurre durante la contemplación o zazen. Los polos (ejercitación y escritura) sin duda son heterogéneos. Están sometidos a una descarga distinta: en la práctica decimos que hay que llevar "toda la atención a la respiración", lo cual implica que la intención está puesta en el cuerpo y no tanto en la mente. La atmósfera gaseosa describe (con inusitada precisión) el medium o vehículo que hace posible la práctica, vale decir la respiración.

En resumen: el Zen merece ser entendido (y vivido) como arco voltaico que dinamiza energéticamente a la persona, con esa "electricidad" tan peculiar que es la absorción en el flujo respiratorio. Un ango viene a ser una celebración prolongada de la conciencia refleja de este módico y reiterado milagro.

Alberto Silva

ENTRADAS RECIENTES

DETRÁS DE MUCHOS MUROS ESTOY YO