STEPHEN HAWKING. HOMBRE DE MAR
Stephen Hawking fue varias veces a bucear a Saint Thomas, en las Islas Vírgenes. Su instructor de buceo y compañero de inmersión era mi cuñado Arnoldo Falcoff, dedicado desde hace décadas al submarinismo y a la intimidad con el mar. No puedo encontrar la foto que ilustró una de esas aventuradas inmersiones. Para consolarme escojo esta, encontrada en la red.
Hawking nunca supo de límites. Y obviamente no era un omnipotente. Solo alguien ilustrado y paciente, dotado de sencillez y gran determinación. La inmensidad que descubrió en el espacio-tiempo, de a poco se la fue brindando a su propia persona. Siempre fue consciente de su cuerpo y ambicioso en cuanto a sus posibilidades, lo cual no deja de resultar extraordinario, dada su situación física.
Arnoldo me contó sobre el entusiasmo con que Hawking supervisaba el artefacto en que lo descendieron a las profundidades cristalinas del mar Caribe. Y lo consciente que se mostraba sobre los lazos que anudan no solo lo alto con lo bajo del universo, sino lo cósmico a lo corporal. Escuchando esas reflexiones, en alguna ocasión comenté a Arnoldo: sería hermoso coincidir con Hawking y conversar un ratito con él sobre el Zen.
Pero la muerte se lo llevó demasiado joven. Solo puedo ofrecerle mi agradecimiento.
Alberto Silva