DESEAR EL ZEN 102
El karma del colado, amenazan los anuncios, consiste en pagar 100 euros cuando es descubierto in fraganti. En cambio, en Japón, karma es algo que cada uno lleva interiorizado, por el hecho de vivir inmerso en ese paradigma. Allí le llaman giri: deber de retribución al beneficio de formar parte del colectivo (la primera retribución consiste en no hacerle trampa al sistema social). Vean hasta qué punto cambian los razonamientos, según las culturas.
La observación muestra que, más allá de este o aquél esquema de razonamiento, en las sociedades modernas nadie duda que (al menos en teoría) es deber cívico no colarse en el transporte público. Desde allí, las culturas plantean disyuntivas.
- Si abonamos la tarifa solo para zafar del temor a que nos caiga encima el rayo del karma municipal (en forma de automatismo retributivo en manos de un funcionario), estaríamos manteniendo la misma perversión mental de suponer (y supeditarnos a) una especie de justicia a posteriori, poder drástico que da a cada cual lo que merece (según tarifa impresa).
- Regirse en cambio por puro deber colectivo, transforma a la sociedad una especie de deus absconditus que no se confiesa tal, una providencia ya no divina sino diluida en el cuerpo social (me recuerda a Gramsci afirmando que ideología es el cemento que cohesiona el cuerpo social). Solo cuando falla el policía interno aparece la autoridad uniformada, ceñuda, municipal: la multa como argumento en segundo grado.
Los franceses solían decir, con bastante sorna: le debut de la sagesse est la peur du gendarme. ¡Larga y trabajosa la tarea de extirpar de raíz el recurso al temor y/o a la magia (siempre van juntos) como argucias para sostener la convivencia social!
Dicho lo cual: ¡anda ya y paga el fucking tiquete o boleto!