DESEAR EL ZEN 104


El mundo en que vivimos se jacta de haberse liberado de supersticiones y ataduras mentales. Sin embargo nos parecemos mucho a aquellos cautivos que Karl Popper denunciaba hace décadas: vivimos inundados de teorías metafísicas, aceptamos con pasividad la forma de pensar y hablar que nos imponen, obedecemos a todo tipo de reclamos ajenos a lo natural y a lo material. Para lo cual, agrega el pensador inglés, no hace falta estudiar filosofía: extrañas ideas no falsables (en el caso que comento: con guarnición sánscrita) humean por doquier, impregnándolo todo con olores malsanos.

El hecho es que guardias e inspectores vuelven en tropel a vigilar el transporte subterráneo de la ciudad. La persuasión racional de la campaña karma por lo visto era débil y quedó desbaratada por miles de usuarios que se saltan la barrera y viajan sin pagar. Muchos no comieron la zanahoria (quizá demasiado civilizada) que ofrecía el consistorio. A este ahora solo le queda probar con la fuerza.

¿Qué suponía el ayuntamiento que iba a encontrar al abrir el melón del karma? No me interesa criticar al gobierno de la ciudad de Barcelona, cuya actuación es defendible. Me interesa preguntarme: a estas alturas ¿qué entiende la gente cuando sale a colación lo oriental?: ¿en qué condiciones resulta posible divulgar, abrir, publicar un arcano al parecer opaco y de lo más abstruso?; ¿qué conseguimos entender de todo eso?; ¿vale la pena? 

En términos de comportamiento ciudadano, el intento del ayuntamiento es correcto. Ahora bien, las autoridades municipales (o sus publicistas) ¿creen en el automatismo de toma y daca que en sus carteles llaman karma? Lo siguen exponiendo al público a pesar del fracaso relativo de la campaña. 

Cuando la racionalidad social se muestra inválida, muchos recurren a la justicia supersticiosa de un retorno vengativo de lo malo que habíamos cometido en el pasado. Nueva versión del realismo mágico. Nuevo round que gana lo religioso, porque el mundo sigue sin volverse secular. 

El asunto no termina como cabía esperar: si no se brindan razonamientos adecuados o comprensibles las cosas no avanzan por las buenas. Y entonces hay que recurrir al músculo.

Alberto Silva

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