HACIA UN ZEN LAICO



Las grandes aventuras del espíritu nacen laicas: terrenales, sencillas, mundanas, al alcance de todos, abiertas, relativas a necesidades que cualquiera capta. ¿Qué ha pasado para que esas experiencias raigales se transformen en empresas secuestradas a sus poseedores iniciales, encorsetadas en formas rígidas y acartonadas?

El Zen es un camino de retorno a la experiencia auroral de tomar la vida en propias manos. Plantear un Zen laico significa, entonces, apuntar a experiencias capaces de modificar en la persona el sentido de la autoridad (de la libertad), por así decir de dentro hacia fuera.

Zen laico es lo seglar ante (por delante de, antes que) lo eclesiástico. Es el atuendo civil, el comportamiento standard, la indiferencia ante signos y atributos de la jerarquía. Es evitar cualquier elitismo o distancia respecto de los demás.

Zen laico es lo corpóreo respecto a lo espiritualizado. Lo sensitivo ante lo extra-sensorial. La impureza y la imperfección de lo vivo ante una idea abstracta de perfección. Lo naciente ante lo consolidado. Lo transitorio ante una eternidad no falsable. El organismo vivo en relación a la estatua o el cadáver.

Zen laico es la crítica del supuesto saber. Es la háiresis ante la scholé. Es el aprendizaje. Es el error como camino del descubrimiento. Es la sospecha ante perezosas certidumbres consuetudinarias. Es la mayéutica en relación con la doctrina. Es lo secularizado ante lo escolástico.

Zen laico es una experiencia sin ámbito extra-terrenal. Busca que Buda pase de lo sustantivo (personaje histórico progresivamente deificado) a lo adjetivo (buda simplemente significa: el que está despierto). Es conseguir que sagrado y profano sean co-extensivos en uno. Profano: lo cotidiano y habitual. Sagrado: el evento. Pero lo sagrado no es más-allá, separación o dominio reservado; es inagotable espacio/tiempo de coalescencia entre conciencia y vida, entre nirvana y samsara.

Queda mucho, ya se ve, por hacer para que nuestra vida sintonice de veras en una onda o frecuencia laicas. El Zen puede ser un camino conducente (upaya) para orientarse hacia dicho fin: en lo propio y en lo común.

Alberto Silva



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