ZEN Y EL OFICIO DE VIVIR 7
Zen consiste menos en hacer que en permitir que algo se produzca en nosotros.
Permitir remite primero a ceder, allanar, facilitar y luego a validar, oficializar.
Sólo podría interesar al Zen algo capaz de adquirir importancia crucial en nuestra vida.
Ese algo crucial convenimos en apellidarlo, por ejemplo, bienestar.
A falta de otros nombres, lo crucial que tenemos que hacer también suele llamarse vida, circunstancia, realidad, impulso, existencia.
Con precaución, podemos denominarlo espíritu. Si no hay más remedio, conciencia.
Espíritu y conciencia sin duda alguna existen: son prenda decisiva de lo humano.
Sn embargo, resultan tan difíciles de ceñir a una definición abstracta y nos llegan tan marcados por la mala praxis del dualismo y el ego que Dôgen, casi en un susurro, se limita a llamarlos eso.
La grandeza de eso es apuntar al vacío de la persona, no a la forma de su azarosa caracterización.
ESO compendia vacío y forma de la persona renacida. Pero hay que saber verlo.
Alberto SIlva