HACER SILENCIO


Zazen consiste en sentarse a meditar. ¿Para qué meditar? Para producir silencio.

Silencio no significa ausencia de ruidos (provengan del medio ambiente o de la mente). El silencio de que habla el zazen consiste en cambiar metódicamente la relación con cualquier estorbo que pueda producir lo que consideramos ruido, a fin de descubrir y afincarse en el sonido que emite el propio cuerpo: sonido alto de la actividad psíquica, sonido bajo del latir del corazón, si queremos decirlo con palabras del compositor John Cage.

Es porque dispone de un procedimiento capaz de ser transmitido que el zazen puede ser llamado práctica.

El silencio del zazen no es un producto de laboratorio, como lo era (sea dicho en tono elogioso) la cámara anecoica de la Universidad de Harvard, artilugio que en 1953 motivó la reflexión del músico norteamericano. El zazen no plantea condición alguna: no necesita disponer de un espacio estanco, presurizado, impoluto, a temperatura estable. El zazen se mueve en las condiciones azarosas, imperfectas, ambiguas y cambiantes de nuestra biografía personal. En ella hace posible vivir una experiencia hecha de observación, agudeza y penetración. Se podría decir que zazen es una buena expresión de la contemplatio en los tiempos presentes.

El silencio del zazen es una forma de orientarse hacia el vacío.

El silencio del zazen es un hilo conductor posible para la vida. Se ejercita de modo explícito durante la práctica (recordemos: Zen es una práctica, conocida como zazen). Desde allí se proyecta a toda la vida e interviene en cómo vivo, trabajo, duermo, aprendo o amo.

Alberto Silva

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