CONDICIÓN FEMENINA, CONDICIÓN EXPRESIVA


Dos de las reivindicaciones más urgentes y universales de nuestro tiempo son, a mi entender, una ecología inteligente y un feminismo inclusivo de la totalidad de lo real. Tengo para mi que ambas aspiraciones mantienen puntos en común y que se refuerzan mutuamente. Pero ahora no quiero entrar en dicha conexión.
Prefiero centrarme en un asunto previo, que desde hace años imanta mi modesto estudio: ¿Qué pasa con el oficio cretivo cuando está "empuñado" por mujeres? Me sitúo en un ángulo a mi alcance y lo formulo así: si es cierto (como resulta obvio e indudable para mi) que la "liberación femenina" necesita concretización social y política en forma de leyes, reglamentos, equiparación profesional y salarial, protección domiciliaria, etc., hay otro aspecto ineludible relativo a su capacidad (a su posibilidad) de expresión. En concreto, al hecho de poder decir a su manera el mundo entero (no sólo el mundo femenino) mediante escritura.
En un libro más vigente que nunca, Un cuarto propio, Virginia Woolf traza una historia de la relación de las mujeres inglesas y la literatura, cuyo eje central resumo así: para que una mujer escriba necesita condiciones materiales (¿dote, herencia, holgura familiar, tiempo libre?) y una habitación para ella donde dejar libre su espíritu, a fin de poder desarrollar una escritura que (según Woolf insiste y yo concuerdo) acabará siendo compuesta a su modo insustituible y singular.
Con esta idea en la cabeza, desde antes de vivir en Japón había empezado a interesarme por mujeres escribiendo (para empezar, aunque no sólo, las poetas: Juana, Gabriela, Alfonsina, Delmira, Alejandra, Marosa, Mirta; luego Safo, Emily, Sylvia ¡y las que se me olvidan!). En Japón me zambullí a fondo en el asunto. Al cabo del tiempo transcurrido me doy cuenta de que buena parte de lo por mi leído y publicado sobre literatura de ese país ha sido escrito por mujeres: poesía, diarística, raíces vernáculas de la lengua, concepción y ejecución femenina de la novela.
Sobre este tema enseñé literatura japonesa en el grado y posgrado (carrera y master) de la Universidad de Buenos Aires, así como en el zenBA, centro de experimentación contemporánea. Quiero seguir haciéndolo: de forma presencial desde febrero en Barcelona, y desde marzo on line.
De “escritura femenina” seguiré hablando en Facebook y en el Blog. Más allá de difundir mis cursos y talleres, el hecho irrefutable de que la escritura japonesa haya tenido un nacimiento y mantenga un impulso nítidamente femeninos constituye un fenómeno acaso único en el mundo. Su estudio nos informa sobre una peculiaridad crucial de esta fascinante cultura.

Pero, antes que nada, nos hace reflexionar sobre formas concretas en que el sueño de Virginia Woolf podría acercarse a la realidad y así transformar este planeta salvaje en hogar un poco más humano. Un mundo que de paso vuelva posible una "liberación masculina". Porque si, más arriba, ansiaba una "liberación" para la mujer de sus ataduras, no es porque los hombres sean/seamos factores que consiguen hacerla efectiva. Las mujeres empiezan a demostrar que se liberan por sus propios medios. Y permiten sospechar que ese movimiento suyo de gran angular podría convertirse en factor decisivo de la lucha del género masculino por su propio indulto y humana preservación.

Lo que pueda decir sobre las grandes damas de las letras japonesas creo que puedo decirlo desde esta perspectiva.

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